lipov

El pasado viernes 20 de noviembre se desarrolló en la sede Hotel de los Inmigrantes del MUNTREF (Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero) la primera actividad organizada por la Bienal Internacional de Arte de la UNASUR. Esta jornada de intercambio entre artistas, curadores y coleccionistas tuvo como broche de cierre la conferencia dictada por el sociólogo y filósofo francés Gilles Lipovetsky, quien fue entrevistado por el director general de la Bienal, Aníbal Jozami. Compartimos aquí los puntos centrales de su disertación, donde el arte contemporáneo y los recientes atentados en París fueron los temas principales

 

El arte contemporáneo es la expresión de la individualidad contemporánea, de la subjetividad. Lo que resulta característico del arte contemporáneo es que la idea de una verdad universal perdió toda sustancia. Las primeras formas de arte eran muy convencionales, con muchos códigos, era un arte muy limitado. Poco a poco, en el arte occidental aparece una dimensión más subjetiva. Hoy vemos que desapareció la dimensión universal, cada uno puede tomar lo que le parece cierto o verdadero del mundo.

No se trata ya de una verdad política, sino de la diversidad de los mundos, de las verdades. El público se reconoce o no ante una obra de arte contemporáneo, entiende o no entiende, a diferencia del arte moderno en donde había una verdadera función de expresión de lo político.

En el siglo XIX las vanguardias con voluntad revolucionaria buscaban el advenimiento de lo nuevo y la denuncia constante al capitalismo. En el arte contemporáneo esa denuncia  dejó ya de ser el centro. Lo político es sólo una expresión de la humanidad, muy importante, pero es sólo una expresión más entre otras, como la sexualidad, la humanidad, la metafísica, el erotismo o el deseo.

Nos encontramos en un momento pos-político que sólo tiene sentido a través de la subjetividad, una subjetividad sin verdades universales. Esto es lo que constituye la riqueza del arte contemporáneo, el hiperindividualismo.

Al mismo tiempo, aparece también lo contrario, el star system, el cual obedece a las mismas reglas que el cine. Algunos pocos artistas se vuelven famosos y forman parte del mercado de arte mundial, mientras que una multitud de otros artistas buscan también la expresión de sus mundos, pero nunca acceden a la fama. El star system en el arte aparece en los años 60, con Warhol. Su declaración de presentarse como un artista comercial resulta algo impensable para las vanguardias artísticas, que se construyen en contra del mercado comercial, la fama, el éxito y el mercado.

Warhol constituye el primer eslabón del arte contemporáneo, ahí es donde está la ruptura; antes de él primaba el odio al burgués, el desprecio a lo comercial – no así a la moda. Warhol en cambio reivindica su obsesión con el éxito; quiere ser una estrella y lo consigue. Se convierte en la primera estrella del arte contemporáneo y genera una revolución absoluta. Llama a su unidad de producción “La Fábrica”, algo que resulta completamente contradictorio al hablar de arte, un campo considerado como artesanal, de producciones únicas, frente a lo seriado y lo manipulado por maquinarias.

Warhol rompe con la cultura de las vanguardias artísticas revolucionarias e instituye la hibridación del arte y la moda, el arte y los negocios, el arte y el dinero. Hibrida conceptos considerados enemigos. Declara: “la forma más grande del arte es el negocio”, en modo de provocación.  Anticipa el porvenir del capitalismo de consumo: el futuro no iba a estar ya en el capitalismo financiero. El capitalismo de consumo entendió que para renovar la demanda, había que ofrecer cosas que gusten a los ojos y a las emociones, generar emociones estéticas.

El capitalismo de consumo utiliza a todo aquello que toca las emociones, se vale del cine, la música, la publicidad, la danza, el diseño. Entramos en un sistema económico totalmente original, porque logra esa hibridación entre el espectáculo y el arte, lo comercial y lo vanguardista, conceptos hasta ese entonces considerados como opuestos. Un ejemplo de esta hibridación lo constituyen las carteras de Louis Vuitton diseñadas por Murakami.

Nos encontramos en una situación indeterminada, en la que ya no hay más referencias claras a lo que es una obra de arte. Lo económico logró incorporar lo que hasta ahora se consideraba exterior. La Moda, el Arte y los Negocios constituían universos separados que ya dejaron de serlo.

El museo se constituye para reforzar la potencia de las grandes naciones europeas y presentar al mundo sus obras maestras. En un principio no tenían nada que ver con lo económico; en cambio sí se encontraban en relación con lo político, al tener como objetivo demostrar la grandeza de un país, de una república. Actualmente el centro de los museos está puesto en lo económico. Todos los museos tienen vocación económica, se realizan grandes exposiciones que generen ingresos por la venta de entradas, se construyen boutiques que comercializan productos derivados, se apela a la publicidad para atraer al turismo.  Se critica incluso la influencia de estos criterios económicos en las curadurías.  El modelo de mercado logró finalmente incorporar en las artes lo que antes era exterior.  Los museos apuntan a generar modelos exportables, como en el caso del Louvre y el Guggenheim.

gilles

La dimensión hipercrítica supone que todo lo que  crea el capitalismo es kitsch, que tiende a la estandarización, la banalización y la estupidez. Yo no lo comparto. Vamos hacia una civilización donde el amor al arte, a la belleza, se expande y se vuelve cada vez más importante.  El amor por lo bello se ha democratizado. En el siglo XIX el público interesado por el arte era una minoría; hoy el arte atrae masas.

¿Qué se busca en el arte? lo que los individuos no encuentran en su trabajo ni en su vida cotidiana, algo que genere calidad de vida y que potencie las emociones.

Los críticos del arte contemporáneo se burlan del público, los sociólogos apelan a las estadísticas acerca de cuánto tiempo se queda cada persona ante las obras (tiempo que suele oscilar entre los 5 y los 9 segundos. 5 segundos implica que la persona no se detuvo a ver el nombre del autor ni de la obra; a los 9 segundos, se aproximó a leer la nomencladora). Critican la actitud turística, pero no está bien criticarla, ya que la actitud turística implica una actitud artística en sí. La gente atraviesa el planeta sólo para ver las grandes obras. ¿Para qué sirve el turismo? El turismo no sirve para nada, pero esperamos de él que se generen emociones, lo que Paul Valery denominó “impresiones inútiles”, que por ser inútiles es que son estéticas.

El individuo contemporáneo no se reduce al consumo. Si bien el consumo ocupa un lugar importante, vemos una búsqueda expresiva de los individuos, y ante todo, una búsqueda de calidad; vamos hacia una voluntad expresiva. Frente al arte contemporáneo podemos tomar actitudes muy diferentes, pero las acusaciones que se le hacen no suelen estar fundadas.

El momento en el que juzgábamos las obras según su factura ha pasado y ahora nos encontramos en un mundo diverso. Es la diversificación la que hace la riqueza del arte contemporáneo. Es un arte que nos remite a lo que nos gusta y no nos gusta de la vida.

La respuesta del sector cultural hacia los atentados en París ha sido muy débil. Luego del atentado a la publicación de Charlie Hebdo en el pasado mes de enero, la propuesta por parte del Estado para enfrentar el problema ha sido enseñar valores cívicos y humanistas en los colegios. Pero esta propuesta no tiene posibilidad de solucionar las cosas. En todo caso, más allá de las enseñanzas cívicas impartidas por el colegio, la familia será siempre un lugar de mayor influencia que una clase.

Nos encontramos en un universo de desorientación, un universo sin marcos y ahí es donde los fundamentalismos aportan una nueva verdad, una nueva centralización allí donde dejó de haberla.

El arte tiene entonces una misión política, un rol capital, que es el de devolverle a los jóvenes aquello que les permita reconstruirse y hacer las cosas que les gustan, aquellas cosas que les den valor frente a ellos y frente a los otros.  Las escuelas y los estados deberían proveer herramientas diversas para que los jóvenes se puedan reconstruir.

Es fundamental un objetivo político de la inclusión de los individuos, de los jóvenes a través de la fotografía, el video, la danza, la música, etc. Si logran encontrar algo que les permita reencontrar la dignidad de lo que son, algo que los valorice, eso sí que se convertiría en un arma contra los fundamentalismos y resultaría mucho más útil que el catecismo republicano.

Es más necesaria que nunca la ayuda de todos los creadores, que pueden abrir el campo a los individuos para hacer cosas creativas. La globalización ya no va  a detenerse y la gente no puede encontrar una inclusión en esta civilización. Por lo tanto, permitirle a los individuos hacer las cosas que les gustan y que tienen valor para ellos, es el valor más profundo, político y puro que el arte pueda tener, permitirle a los jóvenes integrarse en la sociedad en la que están viviendo.

Lo bello tiene una connotación política si contribuye a darle a la gente esa estima propia. En el trabajo la gente no se siente reconocida, y el arte contemporáneo tiene que generar nuevas voces que les permita reconocerse y ser reconocidos. El arte implica diferentes formas de búsqueda de todo aquello que llega a nuestras emociones. En su vocación democrática y humana es en donde reside la dimensión política del arte.

Anuncio publicitario