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Cuando a mediados del siglo XIX el mundo cambiaba y se aceleraba como resultado de una revolución industrial vertiginosa y el paisaje urbano se modificaba constantemente, el escritor Charles Baudelaire decidió registrar los cambios y legó a la posteridad su concepto de «modernidad». Para él, develar lo moderno implicaba encontrar y captar lo eterno en lo transitorio, en lo pasajero de las modas que se iban transmutando todo el tiempo.

Esto es lo que pareciera buscar Luis Terán en su muestra del MAMBA, «Notas antes de partir»; busca transformar lo perecedero, lo reciclable, aquello que está condenado a modificarse y desaparecer, en algo eterno.

DSC04304La fragilidad de objetos plásticos, como botellas o bidones, destinados a una vida relativamente fugaz una vez puestos en la cadena de consumo, es revertida por el procedimiento de Terán, quien los vuelve a llenar de contenido, pero esta vez de un contenido inmutable como es el cemento, convirtiendo sus formas en eternas, como restos fósiles.

Ahí no termina la transformación; convierte a objetos condenados a la basura, a estos desperdicios sin vida, en objetos bellos, sumamente estéticos y escultóricos. Estas figuras se superponen unas sobre otras, dando lugar a una especie de totems, columnas que con su nueva estructura pueden funcionar de forma decorativa o ritual, con reminiscencias que nos llevan a la obra de Brancusi.

En el espacio contiguo, una inmensa estructura de madera de forma helicoidal funciona de manera inversa. Formada por cientos de tablas de madera engrampadas entre sí, esta estructura se asemeja a la helice del ADN, la sustancia que guarda toda la información genética de las especies, o también a una de las fabulosas máquinas de Leonardo, en este caso sin ninguna utilidad visible. DSC04309La ocupación del espacio es prácticamente total, su altura casi alcanza el techo y uno debe plegarse a las paredes para poder rodearla. Inversamente a los envases, que en su transmutación se convirtieron en eternos, esta gigantesca obra que parece tan estable y tan poderosa en sí misma, deberá ser desmantelada y fragmentada para poder sacarla de la sala una vez concluida la exposición.

Sin embargo es probable que aunque sea cortado en varios trozos, su esencia se mantenga por el prolongado tiempo en que adoptó esa forma. Otra de las características para poder percibir la modernidad en el relato de Baudelaire era ser capaz de captar la totalidad en lo fragmentario y al igual que sucede con el ADN, donde una fracción de milímetro guarda la información suficiente para reconstruir un ser completo, cortar esta obra en rebanadas para hacerla pasar por la puerta no desharía su esencia ascendente y giratoria.

Luis se instaló un mes en el museo previamente a la inauguración, para preparar sus obras in situ. Todos los elementos que la componen llegaron allí en bruto, la mayoría de la ferretería, y dentro del mismo museo tomaron la forma con que los vemos hoy.

DSC04315La entrada a la sala se encuentra franqueada por placas de cemento con frases grabadas, que más allá de la irregularidad de sus bordes guardan cierta similitud con lápidas. Algunas de las frases que aparecen escritas en ellas son “Dios está aquí”, “I’m not afraid, not anymore, not like before” “un abanico de posibilidades” “y un abismo también”.

Estas placas impregnan de ambigüedad el título de la exposición. Con las “notas antes de partir”, ¿Terán se refiere a las obras que ha dejado listas y exhibidas luego de su partida del museo, después de habérselo apropiado como taller durante un mes? ¿O a las anotaciones que deja para la posteridad, una vez concluida su vida en este mundo, inscriptas en piedra, misteriosas, breves, y que solo podrán ser borradas por medio de la destrucción?

La transformación es un concepto implícito que atraviesa la muestra; nada se mantiene de la misma forma en que llegó, nada se irá tampoco de la forma en que vino.

Museo de Arte Moderno

San Juan 350

Hasta el 2 de marzo

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