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En lo referente a cuestiones raciales, se destacan los murales de Eder Oliveira, artista del norte de Brasil. Retomando las intervenciones que viene realizando en la vía pública, Oliveira  investiga las connotaciones racistas con las que la prensa brasilera impregna las noticias policiales.

Curiosamente, las fotografías que aparecen en la prensa gráfica  de los acusados de generar situaciones de inseguridad o violencia son en prácticamente la totalidad de los casos de negros de descendencia india o africana, los mestizos conocidos como caboclos. Estigmatizados por los medios como los únicos responsables de las problemáticas  criminalísticas, Oliveira selecciona sus imágenes de entre las fotografías publicadas en los diarios y las amplifica a dimensiones monumentales. Estos jóvenes suelen ser inmigrantes o habitantes de las zonas aledañas a los centros urbanos.

En su libro “La cuestión criminal”, el juez Eugenio Zaffaroni analiza esta misma situación, y denomina como “criminología mediática” a la persecución y estigmatización que desde los medios de comunicación de hace de un sector con determinadas características físicas y sectoriales, construyendo así la figura de un “ellos” maligno, causante de toda la angustia y los problemas de la población, y al que se hace creer que es menester aniquilar.

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Con denuncias similares pero ocurridas al otro lado del globo, los artistas argelinos Tiago Borges y Yonamine coDSC06879nstruyeron una especie de objeto volador que emula un ovni llegado del futuro y en cuyo interior se puede ingresar descalzo. Esta especie de máquina de dos cuerpos se encontraba recubierta en su interior por graffitis y pintadas, espejos y pantallas. La iluminación estaba predispuesta para que el espectador  se viera reflejado en los espejos con la cara color negro, negritud compartida por la historia precolonial tanto del país de origen de los artistas como del país de aterrizaje de la nave, Brasil. Adentro, uno se encuentra rodeado por producciones africanas, como su música, su lenguaje y sus imágenes.

Wilhelm Sasnal
Wilhelm Sasnal

La cuestión racial es asumida por las 6 pinturas extremadamente potentes de Wilhelm Sasnal, con una paleta escasa y unas figuras carentes de detalles y que reflejan el legado del colonialismo.

Yael Bartana trae a colación en su video “Inferno” la historia del Templo de Salomón. De origen israelí, utiliza como escenario principal a la ciudad de San Pablo, generando una filmación en altísima definición y de un poder hipnótico al que resulta imposible sustraerse. Un grupo de gente ataviada de blanco, con tocados de flores y frutas coronando sus cabezas, inician una danza que los llevará a subir por una escalinata que desemboca en el interior de un templo, el espacio sagrado en el que se desarrollará la ceremonia.  La misma comienza cuando los participantes, subyugados ante el poder persuasivo del líder que dirige el encuentro, se encuentran al borde del éxtasis, elevados en oración hasta que se desata la catástrofe. Un incendio se inicia en el templo, la tierra tiembla y los pisos se agrietan. La arquitectura se desmorona y cae sobre aquellos que no fueron lo suficientemente rápidos como para reaccionar y escapar a tiempo.

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«Inferno». Yael Bartana

El video alude a un templo construido recientemente en Brasil, una supuesta réplica del Templo de Salomón original y realizado con piedras provenientes de Israel, a cargo de la Iglesia Universal del Reino de Dios.

El primer templo de Salomón fue construido en Jerusalén y la descripción de su arquitectura consta con detalles en la Biblia. Fue el santuario principal y se supone que contenía en su interior el Arca de la Alianza y el menorah, el candelabro de los siete brazos. Fue destruido por los babilonios en el año 584 a.C. Siglos después será reconstruido sobre sus antiguos restos, para ser destruido nuevamente y a los pocos años por los romanos. De sus vestigios se conserva sólo el fragmento que hoy en día se conoce como el muro de los lamentos.

La hipótesis de Bartana es que como los dos templos anteriores estaban condenados a desaparecer y derrumbarse, esta tercera versión llevada a cabo en San Pablo no será la excepción y no podrá escapar tampoco a su destrucción profética.

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The placebo scroll”, obra de Michael Gedalyovich, es el resultado de una deriva investigativa que se inicia en Israel el 15 de abril de este año, atraviesa el globo terráqueo hacia el oeste, y culmina con la llegada del artista a Brasil para la apertura de la Bienal.

Este viaje tuvo como objetivo un estudio de la superstición y las diferentes creencias de los pueblos en relación a la creación de amuletos que cumplen una función, ya sea curativa, de unión de parejas o con facultades diversas para obtener lo deseado. Al margen de las creencias religiosas de cada una de estas ciudades recorridas por Gedalyovich, todas estas culturas reconocen y dan por válidas la creación y la utilización de objetos rituales, cuyo origen suele ser desconocido, pero cuyo uso se traslada de generación en generación como remedios caseros contra todo mal.

Los objetos recolectados o construidos son exhibidos en un gabinete de vidrio, junto a un pequeño epígrafe que resume su función, entre los que encontramos leyendas como: “Produce efecto bumerang”;  “Ayuda para los que pierden la fe” y “píldoras para mirar profundamente hacia atrás”.

La construcción de estos objetos de carácter ritual o mágico han demostrado ser universales, atravesando todos los ejes temporales y geográficos. Es claro el poder que el hombre le atorga a determinados objetos, cualidad que muchas veces puede trasladarse a las producciones artísticas, siempre dispuesta a generar un cambio en aquellos que las ven.

Qué diferencia a estos objetos ensamblados con algún criterio desconocido, de muchas obras de arte contemporáneo resueltas con los mismos materiales, pero tal vez con un objetivo más centrado en lo estético que en lo funcional o curativo? ¿es acaso la fe? Sería un razonamiento dudoso, ya que mucha gente cree en el arte contemporáneo, en su predisposición a transmitirnos algo y el hecho de que haya gente dispuesta a comprarlo es un indicio de la fe puesta en esos objetos. Probablemente sea solo la mirada del espectador y por supuesto el lugar en que son exhibidos lo que marque esta diferenciación en extremo sutil.

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