Hans-van-der-Meer_Dutch-Fields_Durgerdam_The-Netherlands_1998

Bajo los cielos de color gris blanquecino de las ciudades holandesas cientos de jugadores son retratados ya sea durante un partido, en medio de una jugada colectiva, o solos, posando uno a uno ante la cámara, de una manera más consciente y meditada. ¿Qué es lo que llama la atención de una escena que podemos ver a toda hora en cualquier programa deportivo? Que no se trata de jugadores profesionales, en clubes de primera división, sino de jugadores amateurs, en algún club o canchita de barrio.

Lo más probable es que no haya dinero de por medio, quizás tampoco trofeos ni fama. No es nada de todo esto lo que lleva a los protagonistas de las fotografías de Hans van der Meer a dejar todo en una cancha amateur más que un amor puro hacia el deporte, hacia el encuentro ritual que reúne a un grupo de amigos, conocidos, compañeros de trabajo, dejando sus energías y su transpiración en el juego.

hans_van_der_meer_p15

Las escenas pueden parecen un poco patéticas, señores agitados porque sus kilos de más no les permiten cruzar el campo de lado a lado como quisieran; la calvicie o la falta de estado se les nota a cada paso, en cada gesto. Tratan de imitar jugadas imposibles que habrán visto por la televisión en sus ídolos o que habrán practicado de más jóvenes. Un componente de irrisión embarga de forma casi inevitable estas imágenes para el espectador que las ve, pero al patetismo le gana la autenticidad en el comportamiento de estos hombres, retratados en toda su dignidad y que sienten que están dejando todo  por el equipo al que representan y del que forman parte.

Las fotografías de fútbol de Van der Meer no se limitan al contexto de su país, sino que  se extienden por toda Europa. Podemos leer el pie de las fotos para enterarnos de la ubicación de la toma, pero esa información resulta no deducible y al fin de cuentas  indistinta. Las escenas son muy similares entre sí; el fútbol se vuelve omnipresente: grandes ciudades, pueblos, desiertos, plazas. A cada vuelta de la esquina encontramos alguna cancha improvisada o prolijamente diagramada, en donde se está disputando el partido que para sus participantes vale tanto como una final del mundo.

Engeland, Mytholmroyd, 30–10–2004 Calder 76 res - Pellon United: 4–3, Halifax & District Association Invitation Cup. Amateurvoetbal. Uit boek: European Fields / Europese Velden, nr. 55. Foto: Hans van der Meer/Hollandse Hoogte
Engeland, Mytholmroyd, 30–10–2004

Un elemento de estas fotografías que llama profundamente la atención para los porteños  que vivimos en tierras aplanadas y en medio de una llanura que se percibe como infinita, es lo difícil que pareciera conseguir un campo de juego que sea plano en toda su extensión, entre medio de las irregularidades del paisaje holandés.  En la mayoría de los casos, en los alrededores de las canchas hay algún profundo cauce de agua, una sucesión de colinas o montes, unos bosques lejanos. Pareciera que una lucha se hubiera librado para conseguir ese terreno. Antes de la contienda futbolística que se produce en el momento de la foto entre dos equipos rivales, otra lucha ha tenido lugar antes con la naturaleza, para forzarla a mantener, por lo menos durante unos metros, una línea recta en su superficie.

Pero el contexto no importa, lo esencial está dentro de esos metros cuadrados delimitados por las líneas blancas. Todo el resto es accesorio: que haya menos espectadores que jugadores, que a pocos metros se encuentren las vidrieras de una farmacia y de otros locales cuyos vidrios podrían estallar en cuestión de segundos con un pelotazo mal dirigido, que una manada de ciervos se meta en el campo de juego y comience a pastar plácidamente alrededor de un arco. Todo eso no son más que detalles orbitando en torno del pequeño universo con sus propias reglas y su ley.

van der meer1

Anuncio publicitario